miércoles, agosto 17, 2005

Virginidad o muerte.

Título original: Virginity or Death!
Fuente: The Nation
País: Estados Unidos
URL: http://www.thenation.com/
Autora: Katha Pollit
Fecha: 12/05/2005

Imaginemos una vacuna que lograra prevenir el cáncer cervicouterino. ¿No sería fabuloso? Pues bien, los laboratorios Merck y GlaxoSmithKline anunciaron recientemente que han logrado resultados positivos utilizando vacunas en contra del virus del papiloma humano (VPH). El VPH, además de ser la causa del 70 por ciento de los casos de cáncer cervicouterino, diagnosticado en más de 10,000 norteamericanas y responsable por la muerte de más de 4,000 mujeres en Estados Unidos anualmente, es un virus altamente contagioso, transmitido por vía sexual. Magnífico; entonces todo lo que hay que hacer es vacunar a muchachas y muchachos antes de la adolescencia y, en treinta o cuarenta años, siete de cada diez casos de cáncer cervicouterino desaparecerán. Pero no; sucede que vivimos en Tierra de Dios. La derecha cristiana no comparte el entusiasmo por la vacuna. Bridget Maher, del Consejo de Estudios de la Familia, declaró a la revista británica New Scientist: “sería probablemente peligroso el facilitar a las jovencitas la vacuna contra el VPH, ya que pudiera interpretarse como un permiso para tener relaciones sexuales premaritales.

¿Quién puede creer que lo único que inspira a las adolescentes a mantenerse vírgenes es la amenaza de contraer cáncer cervicouterino a los sesenta años debido a una enfermedad que quizá nunca antes han oído mencionar? Recuerdo aquellos tiempos cuando la gente se impacientaba al oír que la oposición al aborto, más que derivarse de “protección” a la vida, era producto de prejuicios sexuales, sobre todo respecto a la mujer. Pero esa tesis parece bastante sólida en hoy dia. No obstante cuáles sean las consecuencias de las relaciones sexuales --embarazo, enfermedad o muerte-- tal pareciera que la única solución para los solteros es la abstinencia. Tal como la derecha opina que es preferible que los homosexuales contraigan sida en vez de usar condones, así también es preferible que las mujeres contraigan cáncer que tener relaciones premaritales. Es una muerte digna y en abonos. Los cristianos conservadores cuentan con una razón primordial para rechazar la vacuna contra el VPH. Aunque no tan conocido como el herpes y la clamidia, el VPH se caracteriza porque el condón no evita su contagio, por tanto sirve de ejemplo en esos grotescos audiovisuales que se exhiben en las aulas con el fin de asustar a los jóvenes para que eviten las relaciones sexuales. Además el VPH es instrumento eficaz en la campaña de desprestigio del condón: ¿para qué usarlo si de todas maneras puedes contraer el VPH? En 2000, el diputado Tom Coburn, hoy senador de Oklahoma, quien solía dar horrendas conferencias sobre el VPH, se atrevió a proponer que se usara el nombre de esta enfermedad en la etiqueta de advertencia de condones. Si la amenaza del VPH se desvaneciera, la brigada antisexo perdería terreno, a menos que lograra persuadir a los padres de que si sus niñas se vacunan acabarán de putas y que tener relaciones sexuales hoy es peor que sufrir cáncer mañana.

La revista New Scientist ha publicado que 80 por ciento de los padres están a favor de la vacuna para sus hijas, pero sacerdotes y pastores aún no dan su aprobación. ¿Qué se piensan estos cristianos reaccionarios? Cada vez que tienen la opción entre sexo y muerte, prefieren la muerte. Prohíben el sexo y los anticonceptivos a los jóvenes, prohíben el sexo a los solteros, prohíben los profilácticos a los homosexuales y prohíben el aborto a todo mundo, incluyendo la niña de trece años que vive en una casa de asistencia en la Florida. Quisiera escuchar una razón que convenza que esta colegiala sin hogar ni familia se beneficia de dar a luz contra su voluntad; quisiera una razón que explique porqué el gobierno de la Florida, que no logró protegerla, violó sus propias leyes para obligar a la niña a ser madre. La niña fue considerada demasiado joven para practicar su sexualidad, demasiado joven para decidir un aborto, pero resultó tener la edad suficiente para ser obligada a parir, no obstante que esto significara un riesgo de muerte tres veces mayor que el representado por un aborto. ¡Ah, la compasión cristiana! Sadismo cristiano, diría yo. Fueron los jueces quienes mostraron piedad al permitir a la niña cesar el embarazo.

Y mientras ejerce su fuerza política, la derecha cristiana despliega una actitud cada vez más desdeñosa hacia las mujeres, a quienes considera tan inmaduras que su sexualidad debe ser controlada mediante el miedo; por eso, quienes se oponen al aborto jamás escucharán el llamado de los partidarios del aborto para unir esfuerzos y proporcionar a la población mayores recursos anticonceptivos. No desean que existan opciones. Su interés no radica en defender fetos sino en vincular el sexo sólo con la reproducción para así mantener a las mujeres en su lugar. Si se interesaran en prevenir el aborto, repartirían anticonceptivos y profilácticos de puerta en puerta, en vez de solapar boticarios que se rehúsan a surtir recetas u hospitales que se niegan a dar información acerca de anticonceptivos de emergencia (AE) a víctimas de violación. Un reportaje realizado por Ayelish McGarvey (por cierto, cristiana evangélica) para The Nation pone al descubierto los abusos sexuales que David Hager cometiera contra su esposa; sin embargo, Hager no tiene empacho en sermonear sobre la moralidad sexual de las mujeres en crisis, desde su cargo privilegiado como asesor de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). En vez de negar anticonceptivos so pretexto de que incitan a la promiscuidad, debiera poner atención a los seis casos, tres de ellos de adolescentes, que refutan el vínculo entre el sexo y el acceso a los AE, también conocidos como Plan B. Estoy seguro que exigiría a gritos que estos anticonceptivos se guardaran junto al dentífrico. Imposible negar el sexismo en el boicot al Plan B; a fin de cuentas, quienes critican el condón no se oponen a su venta llevados por su interés en mantener la castidad de los muchachos. Mientras la FDA permanece ambivalente, la venta sin receta de AE se robustece día tras día. Pero si bien ya cayó por tierra el argumento de que aumentaría la promiscuidad de los adolescentes, los opositores al Plan B hoy proclaman que los AE son abortivos ya que obstaculizan el desarrollo de un óvulo fertilizado. Sin embargo, los estudios más recientes del Consejo de Población revelan que los AE no bloquean el óvulo; sólo impiden la ovulación. Tal como lo señala James Trussel, director de la Oficina de Investigaciones y Estadísticas (OPR) en la Universidad Princeton, es imposible afirmar que jamás obstaculizan el óvulo, y para los opositores a ultranza, con un caso en mil basta. Olvidan que el bloqueo puede ocurrir debido a infinidad de razones, incluso a la lactancia. ¿Acaso los reverendos van a iniciar una campaña en contra de la lactancia?

Trussell sintetiza: “Se trata sencillamente de desigualdad entre los sexos. Es una posición ideológica ajena a cualquier evidencia empírica”.