sábado, septiembre 24, 2005

El argentino que pudo ser Papa

El argentino que pudo ser Papa y otros secretos
Enric González - EL PAIS, Roma.

El cónclave que convirtió a Joseph Ratzinger en Benedicto XVI no se desarrolló como se pensó en su momento. La principal alternativa a Ratzinger no fue el cardenal jesuita Carlo Maria Martini, sino otro jesuita, el argentino Jorge Mario Bergoglio, quien finalmente se atemorizó y renunció. Es uno de los datos hasta ahora desconocidos sobre la transición en el Vaticano.
Limes, una prestigiosa revista italiana de información geopolítica, publicó ayer un documento insólito: el supuesto diario que un cardenal redactó durante el cónclave de abril. La revista mantuvo en el anonimato la identidad del cardenal, por razones obvias, pero avaló la autenticidad del diario. Fuentes vaticanas se limitaron a comentar que si las revelaciones eran ciertas suponían una grave ruptura del juramento de secreto efectuado por todos los participantes en el cónclave.
Persianas selladas
El diario ofrecía algunas anécdotas, como la sorpresa del autor al no poder abrir las persianas de su habitación (selladas por razones de clausura) y las expediciones que el cardenal portugués José Policarpo da Cruz realizaba al patio para fumarse un puro. Más significativas resultaban las quejas planteadas por un grupo de cardenales contra el "conflicto de intereses" de Joseph Ratzinger, a la vez decano (y por tanto organizador del cónclave) y principal aspirante. Se propuso que el siguiente decano tuviera más de 80 años, para que no pudiera aspirar al papado, pero la idea no tuvo éxito: el actual decano es el secretario de Estado, Angelo Sodano, a punto de cumplir los 79.
Lo esencial del documento era, en cualquier caso, el relato de la singular competición mantenida entre Ratzinger, el todopoderoso prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, mano derecha del papa difunto y decano del colegio cardenalicio, y el cardenal arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio. En la primera votación, la de tanteo, Ratzinger obtuvo 47 votos. El segundo clasificado resultó Bergoglio, un jesuita ortodoxo en cuestiones dogmáticas pero flexible en materia de ética sexual ("quieren meter el mundo dentro de un preservativo", bromeaba en privado), en torno al cual se articuló, por sorpresa, todo el bloque más o menos liberal y opuesto a Ratzinger.
En esa primera votación, celebrada el 18 de abril por la tarde, el líder de los reformistas, Carlo Maria Martini, se quedó en nueve votos. Sobre Martini, ex arzobispo de Milán, pesó el estado de salud: sufría una incipiente enfermedad de Parkinson, la misma que aquejó durante largos años a Karol Wojtyla.
El objetivo de los antiratzinger no era ganar. Cardenales como el belga Daneels o el conjunto de los alemanes (contrarios a su compatriota) eran conscientes de que casi todos los miembros del colegio cardenalicio habían sido nombrados por Juan Pablo II con criterios conservadores y que de ese electorado no podía salir nada reformista. El objetivo consistía en conseguir una minoría firme que impidiera que el cardenal alemán recogiera los dos tercios necesarios y le empujara a renunciar en favor de un candidato alternativo y más conciliador.
Los nervios de los ratzingerianos, que no esperaban una oposición sólida, se hicieron visibles a la hora de la cena. "Gran preocupación entre los purpurados que auspician la elección del cardenal Ratzinger", escribió el diarista. Bergoglio permanecía en silencio. El cardenal colombiano Alfonso López Trujillo intentó convencer a los demás suramericanos de que no debían optar por Bergoglio porque no existía "ninguna auténtica alternativa a Ratzinger".
En la segunda votación, a la mañana siguiente, Ratzinger subió a 65 y Bergoglio, a 35. El cardenal Martini se sentía optimista ante la evidencia de que Ratzinger no conseguía reunir los dos tercios necesarios. En la tercera votación, antes del almuerzo, Ratzinger 72, Bergoglio 40. En torno al cardenal argentino se había articulado algo que se parecía mucho a una minoría de bloqueo. "Mañana, grandes novedades", le comentó Martini a un colega. Confiaba en que las dos votaciones de la tarde siguieran en la misma línea y en que Ratzinger renunciara esa misma noche.
Sucedió lo contrario. Mientras Martini veía crecer sus esperanzas de cerrar el paso al panzerkardinal, otros observadores más atentos percibían que era Bergoglio quien, con alusiones bastante claras, daba a entender que no se sentía preparado para seguir manteniendo el pulso o, en caso extremo, de asumir el pontificado. Bergoglio tenía miedo. Y eso hizo que, tras el almuerzo, un grupo de rebeldes decidiera volver al redil ratzingeriano.
En la cuarta y definitiva votación, Ratzinger alcanzó una mayoría suficiente, con 84 votos, y Bergoglio bajó a 26. El malhumor de algunos cardenales se reflejó en votos excéntricos, como el otorgado a Bernard Law, ex arzobispo de Boston, retirado tras el escándalo de los sacerdotes pederastas. "En la Sixtina hubo un instante de silencio seguido de un largo y cordial aplauso", dice el diario. Al término del cónclave, el cardenal Daneels, el único que lamentó en público la elección de Ratzinger, pronunció una frase que ahora cobra todo su significado: "Aún no ha llegado el momento de elegir a un Papa hispanoamericano".

La misma noticia en EL MUNDO:

Nuevas revelaciones sobre la elección de Benedicto XVI
PHIL STEWART (REUTERS)
ROMA.-

Joseph Ratzinger fue electo Papa en abril después de que su rival más cercano en el cónclave, un cardenal argentino, dijo que no quería asumir esa responsabilidad, según un informe secreto publicado el viernes en una revista.

La respetada revista italiana 'Limes' señala que los detalles que obtuvo sobre la votación a puertas cerrada dentro de la Capilla Sextina fueron extraídos del diario personal de un cardenal, del que no se informa el nombre.

Los 115 cardenales que ingresaron al cónclave el 18 de abril hicieron un voto de "absoluto y perpetuo secreto" para no revelar detalles de la elección. El Vaticano no realizó comentarios sobre el informe.

Si el informe es cierto, el Papa Benedicto XVI habría sido elegido con menos votos que los atribuidos a su predecesor, Juan Pablo II, y Latinoamérica habría estado más cerca de lo que se creía de tener el primer Papa oriundo de ese continente.

Ratzinger llegó al cónclave como el principal candidato entre los conservadores, mientras que se esperaba que el ex arzobispo de Milan Carlo Maria Martini fuera el abanderado de los moderados.

Sin embargo, el cardenal de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, un jesuita de 68 años conocido por su humildad, emergió como el principal candidato liberal, ganando el apoyo de 10 cardenales electores contra los 47 votos a favor de Ratzinger, indica la revista.

Martini obtuvo nueve votos, según 'Limes', y los votos restantes se dividieron entre otros cardenales. Durante la mañana siguiente, Ratzinger reunió 65 votos y Bergoglio 35. Ningún otro candidato consiguió cifras de dos dígitos.

'No me haga esto'

En la tercera rueda de votaciones, el apoyo a Bergoglio había trepado a 40 votos, suficiente para bloquear a Ratzinger, quien en esa etapa quedó a cinco votos de distancia de la mayoría de dos tercios de los 77 votos necesaria para convertirse en Papa.

"El resultado del cónclave parecía abierto todavía, durante algunas horas, después de la tercera votación el martes por la mañana", según 'Limes'.

"(Había) gran preocupación entre los cardenales que buscaban que Ratzinger fuera electo", agrega. Sin embargo, durante el cónclave, el diario sugiere que Bergoglio pareció temer a la posibilidad de convertirse en Papa.

"Lo veo a él (a Bergoglio) mientras va a depositar su voto en el altar de la Capilla Sextina. Tiene su mirada fija en la imagen de Jesús, juzgando almas en el fin de los tiempos. Su rostro, sufriendo, como rogando: 'Dios no me hagas esto'", se leía en la revista.

El cardenal colombiano Alfonso Lopez Trujillo, destacado entre los cardenales latinoamericanos, se aprovechó de un recreo posterior al tercer voto para convencer a quienes apoyaban a Bergoglio de pasarse al bando de Ratzinger, según el diario.

En la cuarta y última rueda de votación, Ratzinger fue elegido Papa con 84 votos, por debajo de los 99 votos obtenidos por el ex Pontífice Juan Pablo en 1978.

'Limes' no indica los cardenales que modificaron su voto y optaron por Ratzinger o quien los motivó a hacerlo.

Tiempo antes del cónclave, Bergoglio se mostró reticente a aceptar un rol activo en el Vaticano. Cuando se lo mencionó como posible candidato a dirigir un importante departamento del Vaticano, rogó: "Por favor, moriría en la Curia".

El Vaticano vetará a los seminaristas gays

El Vaticano vetará a los seminaristas gays
Por David Willey - BBC, Roma


El Vaticano se dispone a expedir la que promete ser una polémica instrucción acerca de la admisión de homosexuales para entrenarse como sacerdotes en seminarios católicos.

El documento del Vaticano fue ordenado por el fallecido Papa Juan Pablo II luego de que estallara el escándalo de pederastia perpetrada por sacerdotes de la iglesia católica.

El texto es todavía secreto, pero algunas versiones filtradas han sido publicadas en Estados Unidos, donde comienza este mes una inspección de los 229 seminarios de instrucción de sacerdotes en esa nación.

Según dichos informes, en el futuro el Vaticano prohibirá la entrada a los seminarios católicos a los candidatos al sacerdocio que se identifiquen como homosexuales, incluso a los que practiquen la abstinencia sexual.

Cuestión doctrinaria

El Papa Benedicto XVI, quien en su antigua posición en el Vaticano tuvo que afrontar algunas de las consecuencias de los escándalos sexuales que involucraron a sacerdotes, quiere limpiar la imagen de la Iglesia.

La doctrina católica señala que la homosexualidad está intrínsecamente equivocada.
Sin embargo, algunos dirigentes católicos dicen que no hay prueba de que exista conexión directa entre la presencia de sacerdotes gays en la Iglesia y los escándalos de abuso sexual a menores.

Otros también expresan preocupación de que cualquier intento por suprimir la subcultura gay que se ha desarrollado en algunos seminarios, simplemente haría que el asunto se volviera clandestino, sin resolver la crisis.

martes, septiembre 13, 2005

Recurrir al miedo

Título original: Resort To Fear
Autor: Noam Chomsky
Origen: Tehelka; Viernes 22 de Julio, 2005

El recurso del miedo, empleado por los sistemas de poder para disciplinar a sus poblaciones ha dejado un horrible rastro de sangre derramada y dolor que, a nuestra costa, ignoramos. La historia reciente ofrece muchos ejemplos estremecedores.A mediados del siglo veinte se presenciaron crímenes, tal vez los más terribles desde las invasiones mongólicas. Los más salvajes se cometieron donde la civilización occidental alcanzó su mayor esplendor. Alemania era el centro rector de las ciencias, las artes y la literatura, y otros logros memorables. Previamente a la Primera Guerra Mundial, antes de que la histeria antigermánica se avivase en el Oeste, los politólogos estadounidenses consideraban que Alemania era también un modelo de democracia digno de ser imitado en el Oeste. A mediados de la década del treinta, Alemania fue arrastrada en pocos años a un nivel de barbarie con escasos parangones históricos. Lo más notable es que esto ocurrió con el apoyo de los sectores de la población más educados y civilizados. En sus extraordinarios diarios de vida como judío durante el nazismo (que escapó a las cámaras de gas casi por milagro), Victor Klemperer escribe estas palabras acerca de un profesor alemán amigo suyo al que había admirado mucho, y que finalmente se unió al montón: "Si un día la situación se invirtiera y el destino de los derrotados estuviera en mis manos, dejaría en libertad a toda la gente corriente e incluso a algunos de los líderes que quizás, después de todo, puede que hayan tenido buenas intenciones y no supieran lo que estaban haciendo. Pero colgaría a todos los intelectuales y a los profesores tres pies más alto que a los demás; estarían pendiendo de las farolas tanto tiempo como lo permitiera la higiene". La reacción de Klemperer era justificada y generalizada a gran parte del registro histórico.Son muchas las causas de los acontecimientos históricos complejos. Un factor crucial en este caso fue la hábil manipulación del miedo. La “gente común” fue arrastrada al miedo de una conspiración mundial judío-bolchevique que pondría en riesgo la mismísima supervivencia del pueblo alemán. Eran necesarias medidas extremas, en "defensa propia". Venerables intelectuales fueron aún más lejos.Cuando las nubes de la tormenta nazi se cirnieron sobre el país en 1935, Martin Heidegger describió a Alemania como la nación "más amenazada" del mundo, presa entre las "grandes pinzas" de Rusia y Estados Unidos, en un ataque que era contra la civilización en sí misma, Alemania no sólo era la víctima principal de esta fuerza pavorosa y bárbara, sino que además era responsabilidad de Alemania, "la más metafísica de las naciones", encabezar la resistencia. Alemania estaba "en el centro del mundo occidental" y tenía que proteger la gran herencia de la Grecia clásica de la "aniquilación", confiando en las "nuevas energías espirituales que se desarrollan históricamente desde el centro". Las "energías espirituales" siguieron desarrollándose de forma muy evidente cuando Heidegger hizo público ese mensaje, al que él y otros destacados intelectuales continuaron adhiriéndose.El paroxismo de la masacre y la aniquilación no terminó con el uso de armas que bien podrían haber llevado a las especies a un amargo final. No debería olvidarse que estas armas que extinguen especies las crearon las figuras más brillantes, humanas y mejor educadas de la civilización moderna, trabajando en aislamiento, y así la belleza del trabajo en el que estaban extasiados les encantó tanto que aparentemente prestaron muy poca atención a las consecuencias: importantes reclamos científicos contra las armas nucleares comenzaron en los laboratorios de Chicago, después de que hubieron terminado su rol en la creación de la bomba, no en Los Álamos, donde el trabajo siguió hasta su inexorable final. Que no es el final definitivo.La versión oficial de la Fuerza Aérea de EE.UU. relata que tras el bombardeo de Nagasaki, cuando era seguro que Japón presentaría la capitulación incondicional, el General Hap Arnold "quería el final más grandioso posible", una incursión con 1000 aviones a plena luz del día sobre las ciudades japonesas indefensas. El último bombardero regresó a la base justo cuando se recibió formalmente el acuerdo de rendición incondicional. El jefe de la Fuerza Aérea, el general Carl Spaatz, hubiera preferido que el gran final fuera un tercer ataque nuclear sobre Tokio, pero se le disuadió. Tokio era un "blanco pobre", que ya había ardido con la tormenta de fuego que se ejecutó cuidadosamente en marzo y dejó unos 100.000 cadáveres calcinados, constituyendo uno de los peores crímenes de la historia.Asuntos así se excluyen de los tribunales penales militares y en gran parte se borran de la historia. Hoy día apenas se conocen en algunos círculos de activistas y especialistas. En esa época eran públicamente ensalzados como un ejercicio legítimo de autodefensa contra un enemigo despiadado que había alcanzado el máximo nivel de infamia al bombardear las bases militares de EE.UU. en sus colonias de Hawai y Filipinas.Vale la pena recordar que los bombardeos de Japón de diciembre de 1941 ("el día que quedará en la infamia", en palabras de FDR (Franklin D. Roosevelt)) estaban más que justificados según la doctrina de "defensa propia anticipada" que prevalece hoy entre los líderes de los autodenominados "Estados ilustrados", EE.UU. y su cliente británico. Los mandatarios japoneses sabían que Boeing estaba produciendo las Fortalezas Voladoras B-17, y estaban seguramente enterados de los debates públicos en EE.UU. que explicaban cómo (los B-17) se usarían para incendiar las ciudades de madera japonesas en una guerra de exterminio, volando desde las bases de Hawai y Filipinas ("arrasar el corazón industrial del Imperio mediante ataques con bombas a ese “montón de hormigueros de bambú", recomendó el General retirado de la Fuerza Aérea Chennault en 1949, una propuesta que "sencillamente encantó" al Presidente Roosevelt. Evidentemente, es una justificación mucho más poderosa para bombardear las bases militares de EE.UU. en las colonias que cualquiera inventada por Bush, Blair y sus socios cuando ejecutaron su "guerra preventiva", que fue aceptado, con reservas tácticas, por el grueso de la opinión establecida.La comparación, de todas formas, es inoportuna. Los que habitan en un montón de hormigueros de bambú no tienen derecho a sentir emociones como el miedo. Tales sentimientos y preocupaciones son privilegios de los "ricos que viven en paz en sus moradas", según la retórica de Churchill, las "naciones satisfechas, que no deseaban nada más para ellas que lo que ya tenían", y, a quienes, por eso, se les “debía confiar el gobierno del mundo" para que haya paz; un cierto tipo de paz, en la que los ricos se verían libres del miedo.Cuán libres del miedo deberían sentirse los ricos queda gráficamente revelado en el altamente valorado aprendizaje de las nuevas doctrinas de "autodefensa anticipada", artísticamente desarrolladas por los poderosos. La contribución más importante, con alguna profundidad histórica, la hace un destacado historiador contemporáneo, John Lewis Gaddis de la Universidad de Yale. Asegura que la doctrina de Bush viene directamente de su héroe intelectual, el gran estratega John Quincy Adams. En la paráfrasis que hace The New York Times, Gaddis "sugiere que el programa de Bush para luchar contra el terrorismo radica en la noble e idílica tradición de John Quincy Adams y Woodrow Wilson".Podemos dejar de lado el vergonzoso historial de Wilson y quedarnos con los orígenes de la noble e idílica tradición que Adams estableció en un famoso documento de estado al justificar la conquista de Florida por Andrew Jackson en la Primera Guerra de los Seminolas, en 1818. Adams argumentó que la guerra estaba justificada en la defensa propia. Gaddis está de acuerdo en que sus motivos eran preocupaciones legítimas por la seguridad. Según la versión de Gaddis, después de que los británicos saquearan Washington en 1814, los líderes de EE.UU. reconocieron que la "expansión es el camino hacia la seguridad" y por eso conquistaron Florida, una doctrina que se ha expandido ahora por todo el mundo gracias a Bush (con toda propiedad, según él).Gaddis cita las fuentes correctas, principalmente el historiador William Earl Weeks, pero omite lo que dicen. Se aprende mucho sobre los precedentes de las doctrinas y el consenso actuales sólo con prestar atención a lo que Gaddis omite. Weeks describe todos los detalles escabrosos de lo que Jackson hacía en la "exhibición de asesinatos y saqueos conocida como la Primera Guerra de los Seminolas", que no era más que otra fase en su proyecto de "alejar o eliminar a los nativos americanos del sudeste", en proceso mucho antes de 1814. Florida era un problema, tanto porque aún no había sido incorporada al imperio estadounidense en expansión, como porque era un "paraíso para los indios y los esclavos fugitivos ... que huían de la ira de Jackson o de la esclavitud".De hecho hubo un ataque indio, que Jackson y Adams utilizaron como pretexto: las fuerzas estadounidenses expulsaron a un grupo de seminolas de sus tierras, mataron a algunos y quemaron su poblado hasta que no quedó nada. Los seminolas respondieron atacando un barco de abastecimiento bajo mando militar. Jackson aprovechó la oportunidad y "se embarcó en una campaña de terror, devastación e intimidación", destruyendo poblados y "fuentes de alimentación en un esfuerzo calculado para infligir hambrunas a las tribus, que se refugiaron de su ira en las ciénagas". Así siguieron las cosas, que desembocaron en el documento de Estado de Adams, tan elogiado, que apoyó la agresión inmotivada de Jackson para establecer en Florida "el predominio de esta república por sobre las odiosas bases de la violencia y el derramamiento de sangre".Éstas son las palabras del embajador español, una "descripción dolorosamente precisa", escribe Weeks. Adams "había distorsionado, disfrazado y mentido conscientemente sobre los objetivos y la conducta de la política exterior estadounidense ante el Congreso y el pueblo", continúa Weeks, violando groseramente sus proclamados principios morales, "defendiendo implícitamente la exterminación india, y la esclavitud". Los crímenes de Jackson y Adams "probaron ser un preludio de la segunda guerra de exterminación contra los seminolas", en la que los supervivientes huyeron al oeste, donde más tarde correrían la misma suerte, "o les asesinarían, o serían forzados a refugiarse en las densas ciénagas de Florida". Hoy, concluye Weeks, "los seminolas sobreviven en la conciencia nacional como la mascota de la Universidad Estatal de Florida", un caso típico e instructivo......El marco retórico se sustenta en tres pilares (Weeks): "la suposición de la virtud moral única de Estados Unidos, la afirmación de su misión de redimir al mundo" difundiendo sus ideales declarados y el "estilo de vida americano", y la fe en el "destino manifiesto" de la nación. El marco teológico suprime el debate razonado y reduce los asuntos políticos a elegir entre el Bien y el Mal, y por lo tanto reduce la amenaza a la democracia. Se rechaza a los críticos por "antiamericanos", un concepto interesante que se tomó prestado del vocabulario totalitarista. Y la población ha de acurrucarse bajo el paraguas del poder, por miedo a que su forma de vida y su destino estén bajo peligro inminente...